Aprendemos para la Vida: Hebreos 1, 1-14
I.Enseñanzas. Aunque no
sabemos quien fue el autor de este gran sermón, y no es una epístola o carta,
no hay duda de la validez de su mensaje dirigido a los cristianos provenientes
del judaísmo quienes estaban desertando de las filas de la fe cristiana por
estar desalentados en especial por las pruebas y persecuciones. Sus
destinatarios tenían necesidad de ser exhortados porque su fe estaba en
peligro. Después del primer entusiasmo de la conversión, se habían dejado
arrastrar por la fatiga y el desaliento. 1. Dios es un Dios que
habla (vers.1), no es un Dios del silencio y que sus místicos puedan sacar sus
propias conclusiones. No. Él habla, Él se revela, Él se da a conocer y siempre
lo ha hecho en muchas ocasiones y de diversas maneras. El problema del hombre
es que no nos damos el tiempo ni el espacio para oírle. O están nuestros oídos
demasiados saturados que no nos permiten oírlo. Toda la Biblia testifica de que
Dios siempre se ha comunicado con sus criaturas, que ha usado diversas formas
para hacerlo, su propia creación está llena de sus voces. Siempre ha sido Dios
quien ha buscado al hombre, Él ha tomado la iniciativa de comunicarse con los
que creó a imagen y semejanza. Toda la revelación bíblica da testimonio de
ello, como también de las múltiples veces que hemos sido nosotros quienes han
roto la comunicación, quienes hemos huido, quienes hemos hecho la voluntad de
nuestras voces y hemos acallado en nuestro caminar la del Señor. ¿Oiremos esta
vez la voz de Dios a través de esta homilía?
2. La
multiplicidad de la revelación divina en la antigua alianza se transforma en la
nueva en la unicidad. De lo mucho y variado se cambia ahora a un único. De la
pluralidad de un solo Dios el que continúa pero ahora en la singularidad, con
el Hijo. A este tiempo, el del siglo I, se le llama “los últimos tiempos”,
o “los últimos días” o “el tiempo final”, lo que nos debe hacer
reflexionar en no equivocarnos en
interpretar como los tiempos finales sólo los años en que estamos viviendo
respondiendo más bien a las actuales noticias de la televisión antes que
realmente a la Palabra. Pareciera que hoy mucha predicación se deja llevar por
estas informaciones de última hora antes que la seria reflexión de la Palabra.
Se lee la Palabra con los lentes de los últimos acontecimientos y no leemos los
acontecimientos con la luz de una exégesis seria del mensaje permanente de
Dios. Los últimos días comenzaron cuando el Hijo fue revelado a la humanidad y
éste será el tema central de este libro como de todo el nuevo testamento, esto
es, el mensaje de la iglesia, no es otro que Cristo, el Hijo. No es el mensaje
de la iglesia el Reino de Dios ni las señales del fin del mundo, sino que es el
Rey de ese reino y es el Señor de todos los tiempos, Jesús. Él es la persona
central de las Escrituras. El Reino de Dios es a causa del Rey y no viceversa.
Cristo no es por causa del reino. Éste subsiste por causa del Rey. No nos
corresponde entusiasmarnos tan a la ligera con las señales del fin del mundo
pues va a ir variando según los ojos de quienes las vivan. Lo que hoy
anunciamos como señales pueden parecer ridículas a una próxima generación. Lo
que sí tiene que enamorarnos es una persona, es el Hijo, por quien el Padre nos
ha hablado ahora y definitivamente.
3. “Él es el
resplandor de su gloria y la impronta(gr. carácter) de su ser” (“la
presentación exacta de su ser”), la réplica exacta de Dios, heredero de todo,
por medio de quien Dios hizo el universo y ahora quien sustenta todo. Es
necesario que la iglesia centre su mensaje en la persona de Cristo. Se equivoca
la iglesia cuando centra su quehacer en sus estrategias, en su sistema de
gobierno, cuando lo central es la obra social, cuando su mensaje no es Cristo mismo. El Libro de
Hebreos pretende volvernos a Cristo, que
renovemos nuestros votos y dirección de vida en torno al Hijo de Dios, que
dejemos de entretenernos con lo secundario.
4. La creación
angelical es algo a los cual los cristianos no hemos prestado suficiente
atención, en cambio los no cristianos han puesto su vista hasta el exceso de
llegar a la adoración de estos seres. Los ángeles, esos maravillosos seres que
el Señor creó, con cierta inteligencia, sin autonomía, poderosos en fuerzas, no
creados a la imagen y semejanza de Dios como el hombre, al servicio de los santos
o los que vamos a heredar la salvación, como dirá este capítulo
versículo 14, y que vuelve a mencionar el libro en 12,24 de que estamos
rodeados por millares de ellos como resultado de ser salvos a los cuales hemos
sido acercados. Pues el peligro es que los hermanos receptores de estas
exhortaciones al parecer estaban embelsándose con estas criaturas antes que con
Jesús. Parte de su extravío era poner la atención en la creación antes que en
el Creador. Se estaban enamorando de los dones antes que del dador. El culto
angelical es tan viejo como el pecado. El pecado tiene su origen en poner la
atención a un ángel, Satán, antes que al Creador. Los ángeles de Dios no
requieren de atención, no buscan la adoración. Conocen su misión de parte de
Dios a favor de sus hijos. Por ello la centralidad no podemos perderla que es
en el Hijo, quien se presenta, para que no erremos, como superior a los ángeles
en cuanto a la esencia de su naturaleza, recibe la adoración angelical, los
ángeles están a su servicio, la eternidad de su trono, el rey de la justicia,
la unción divina, su acción creadora, su eternidad, su posición a la diestra
de Dios, y su nominación como juez del
universo. Ninguna de estas cualidades, características, acciones jamás un ángel
tuvo ni tendrá. Sólo Cristo, sólo el Hijo, sólo Él. No tenemos que
equivocarnos.
II. Misión Para la Vida (desde el 29 de Abril hasta
que el Hijo sea nuestra perfecta y total centralidad). No tenemos que
equivocarnos. El hecho de que en este último tiempo ha existido una profusión
de literatura angelical producto de una filosofía de vida por un lado post
modernista y por otra con su hija religiosa
la Nueva Era, que dan a las creaturas angelicales una relevancia
inusitada, ajena a las Escrituras, divinizadas y en fin una nueva forma en que
el paganismo se toma de seres que son para bendición haciendo de ellos origen,
medios y fin, errando así categóricamente, desechando por lo mismo al Hijo de
quien tan claramente explica la infalible palabra de Dios de que Él tiene una
posición inmejorable y que las creaturas angelicales están bajo su servicio y
adoración. Si nos identificamos como cristianos no podemos a la vez aparecer
centralizando la acción angelical, ni siquiera debiéramos estar promoviendo su
acción, pues ella está sujeta a la sólo voluntad de Dios sin intervención
humana en aparente sacralidad de ruego de la intervención angelical como
independiente del Hijo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario