domingo, 15 de abril de 2012

Hebreos: Enseñanzas para Practicar


Aprendemos para la Vida: Hebreos 1, 1-14

I.Enseñanzas. Aunque no sabemos quien fue el autor de este gran sermón, y no es una epístola o carta, no hay duda de la validez de su mensaje dirigido a los cristianos provenientes del judaísmo quienes estaban desertando de las filas de la fe cristiana por estar desalentados en especial por las pruebas y persecuciones. Sus destinatarios tenían necesidad de ser exhortados porque su fe estaba en peligro. Después del primer entusiasmo de la conversión, se habían dejado arrastrar por la fatiga y el desaliento. 1. Dios es un Dios que habla (vers.1), no es un Dios del silencio y que sus místicos puedan sacar sus propias conclusiones. No. Él habla, Él se revela, Él se da a conocer y siempre lo ha hecho en muchas ocasiones y de diversas maneras. El problema del hombre es que no nos damos el tiempo ni el espacio para oírle. O están nuestros oídos demasiados saturados que no nos permiten oírlo. Toda la Biblia testifica de que Dios siempre se ha comunicado con sus criaturas, que ha usado diversas formas para hacerlo, su propia creación está llena de sus voces. Siempre ha sido Dios quien ha buscado al hombre, Él ha tomado la iniciativa de comunicarse con los que creó a imagen y semejanza. Toda la revelación bíblica da testimonio de ello, como también de las múltiples veces que hemos sido nosotros quienes han roto la comunicación, quienes hemos huido, quienes hemos hecho la voluntad de nuestras voces y hemos acallado en nuestro caminar la del Señor. ¿Oiremos esta vez la voz de Dios a través de esta homilía?
2. La multiplicidad de la revelación divina en la antigua alianza se transforma en la nueva en la unicidad. De lo mucho y variado se cambia ahora a un único. De la pluralidad de un solo Dios el que continúa pero ahora en la singularidad, con el Hijo. A este tiempo, el del siglo I, se le llama “los últimos tiempos”, o “los últimos días” o “el tiempo final”, lo que nos debe hacer reflexionar en  no equivocarnos en interpretar como los tiempos finales sólo los años en que estamos viviendo respondiendo más bien a las actuales noticias de la televisión antes que realmente a la Palabra. Pareciera que hoy mucha predicación se deja llevar por estas informaciones de última hora antes que la seria reflexión de la Palabra. Se lee la Palabra con los lentes de los últimos acontecimientos y no leemos los acontecimientos con la luz de una exégesis seria del mensaje permanente de Dios. Los últimos días comenzaron cuando el Hijo fue revelado a la humanidad y éste será el tema central de este libro como de todo el nuevo testamento, esto es, el mensaje de la iglesia, no es otro que Cristo, el Hijo. No es el mensaje de la iglesia el Reino de Dios ni las señales del fin del mundo, sino que es el Rey de ese reino y es el Señor de todos los tiempos, Jesús. Él es la persona central de las Escrituras. El Reino de Dios es a causa del Rey y no viceversa. Cristo no es por causa del reino. Éste subsiste por causa del Rey. No nos corresponde entusiasmarnos tan a la ligera con las señales del fin del mundo pues va a ir variando según los ojos de quienes las vivan. Lo que hoy anunciamos como señales pueden parecer ridículas a una próxima generación. Lo que sí tiene que enamorarnos es una persona, es el Hijo, por quien el Padre nos ha hablado ahora y definitivamente.
3. “Él es el resplandor de su gloria y la impronta(gr. carácter) de su ser” (“la presentación exacta de su ser”), la réplica exacta de Dios, heredero de todo, por medio de quien Dios hizo el universo y ahora quien sustenta todo. Es necesario que la iglesia centre su mensaje en la persona de Cristo. Se equivoca la iglesia cuando centra su quehacer en sus estrategias, en su sistema de gobierno, cuando lo central es la obra social, cuando su  mensaje no es Cristo mismo. El Libro de Hebreos  pretende volvernos a Cristo, que renovemos nuestros votos y dirección de vida en torno al Hijo de Dios, que dejemos de entretenernos con lo secundario.
4. La creación angelical es algo a los cual los cristianos no hemos prestado suficiente atención, en cambio los no cristianos han puesto su vista hasta el exceso de llegar a la adoración de estos seres. Los ángeles, esos maravillosos seres que el Señor creó, con cierta inteligencia, sin autonomía, poderosos en fuerzas, no creados a la imagen y semejanza de Dios como el hombre, al servicio de los santos o los que vamos a heredar la salvación, como dirá este capítulo versículo 14, y que vuelve a mencionar el libro en 12,24 de que estamos rodeados por millares de ellos como resultado de ser salvos a los cuales hemos sido acercados. Pues el peligro es que los hermanos receptores de estas exhortaciones al parecer estaban embelsándose con estas criaturas antes que con Jesús. Parte de su extravío era poner la atención en la creación antes que en el Creador. Se estaban enamorando de los dones antes que del dador. El culto angelical es tan viejo como el pecado. El pecado tiene su origen en poner la atención a un ángel, Satán, antes que al Creador. Los ángeles de Dios no requieren de atención, no buscan la adoración. Conocen su misión de parte de Dios a favor de sus hijos. Por ello la centralidad no podemos perderla que es en el Hijo, quien se presenta, para que no erremos, como superior a los ángeles en cuanto a la esencia de su naturaleza, recibe la adoración angelical, los ángeles están a su servicio, la eternidad de su trono, el rey de la justicia, la unción divina, su acción creadora, su eternidad, su posición a la diestra de  Dios, y su nominación como juez del universo. Ninguna de estas cualidades, características, acciones jamás un ángel tuvo ni tendrá. Sólo Cristo, sólo el Hijo, sólo Él. No tenemos que equivocarnos.

II. Misión Para la Vida (desde el 29 de Abril hasta que el Hijo sea nuestra perfecta y total centralidad). No tenemos que equivocarnos. El hecho de que en este último tiempo ha existido una profusión de literatura angelical producto de una filosofía de vida por un lado post modernista y por otra con su hija religiosa  la Nueva Era, que dan a las creaturas angelicales una relevancia inusitada, ajena a las Escrituras, divinizadas y en fin una nueva forma en que el paganismo se toma de seres que son para bendición haciendo de ellos origen, medios y fin, errando así categóricamente, desechando por lo mismo al Hijo de quien tan claramente explica la infalible palabra de Dios de que Él tiene una posición inmejorable y que las creaturas angelicales están bajo su servicio y adoración. Si nos identificamos como cristianos no podemos a la vez aparecer centralizando la acción angelical, ni siquiera debiéramos estar promoviendo su acción, pues ella está sujeta a la sólo voluntad de Dios sin intervención humana en aparente sacralidad de ruego de la intervención angelical como independiente del Hijo.

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